Financiar tu empresa con ayudas públicas: ¿Buena o mala idea?
Centro Europeo de Empresas e Innovación de Valencia
Publicado el jueves, 24 de enero de 2019 a las 10:23
Cuando preguntas a los emprendedores, emprendedoras, startups, y a muchas pymes sobre qué es lo que necesitan, hay una respuesta que aparece en casi todas las listas de deseos: más dinero. Y las razones son variadas: para hacer más cosas, para crecer más rápido, para expandirse, para incorporar equipo con talento, para tapar agujeros, etc.
Y si hablamos de ayudas públicas, la expresión “a fondo perdido” hace que a muchas personas que no están acostumbradas a utilizar este tipo de fondos, se les abran los ojos como platos. Al fin y al cabo, se trata de financiación que no has de devolver, por la que no te van a pedir avales, que no acarrea gastos financieros…O sea, un chollo.
En algunos casos, la existencia de ayudas públicas es la que determina la estrategia de la empresa: como hay una subvención, para no dejarla perder, se acomete un proyecto que encaja con esa línea de financiación. Pues prácticamente en todos los casos de este tipo, la ayuda pública se convierte en un lastre. ¿Por qué?
- Presentar la solicitud para una ayuda pública "en condiciones" implica un esfuerzo considerable. O lo que es lo mismo, supone quitar recursos de otras actividades.
- Cada financiación pública opta por un vehículo financiero que encaja para algunas situaciones y no para otras: subvenciones a fondo perdido, préstamos con tipos de interés subvencionados, préstamos parcialmente reembolsables, cofinanciación con inversores privados, etc.
- En la mayoría de los casos, la subvención cubre un porcentaje del coste total del proyecto a ejecutar, lo que implica que la parte no cubierta ha de salir de otro sitio. A veces, incluso hay que buscar fondos adicionales para financiar la parte cubierta por la ayuda, ya que en ocasiones hay que pagarlo todo antes de cobrar de la administración.
- Además, por convertirse en un candidato atractivo se hacen auténticas salvajadas, como contratar personal que no se necesita o desarrollar productos que no encajan en una estrategia comercial coherente, entre otras muchas.
- Y luego, la ejecución requiere ciertos formalismos, establecidos legalmente pero al mismo tiempo muy artificiales e incómodos para el desarrollo de una actividad empresarial, y que a menudo restan agilidad y flexibilidad al día a día de una empresa.
Mi recomendación para no morir en el intento y aprovechar al máximo las ayudas públicas se puede resumir en los siguientes puntos:
- Tener clara una estrategia de empresa y ser consciente de las capacidades y limitaciones propias.
- Que mande la estrategia de tu empresa sobre la decisión de acudir o no a una línea de financiación pública.
- Asumir que cada instrumento de financiación, incluida cada línea concreta de financiación pública, sirve para unas situaciones y no para otras.
- Recurrir a las charlas que los organismos públicos financiadores suelen ofrecer para explicar las líneas de ayuda, que suelen ser muy útiles para aclarar los temas fundamentales: para qué, para quién, los plazos, cuál es la modalidad de financiación, etc.
- Preguntar a los técnicos de esos organismos, en reuniones individuales, aquellas dudas que nos surjan en relación con nuestro proyecto.
- Apoyarte en personas u organizaciones que conocen este microcosmos para afinar las propuestas y aumentar la probabilidad de éxito, alejándonos de la decisión de “no vuelvo a solicitar una subvención en mi vida”.
Y cómo no, encajar este tipo de financiación en tu estrategia financiera.
Si quieres saber cómo pueden encajar las ayudas públicas en tu empresa, dímelo y hablamos.
24/01/2019 10:23 | RamonF